Empezaremos con la gitana Preciosa. El romance “Preciosa y el
aire” (págs. 227-229) se halla estructurado alrededor del mito antropomórfico
del viento. La base anecdótica que sirve de sostén al poema nos relata el
susto de la gitana Preciosa, que, al ser sorprendida en el campo por el viento
de tempestad que le levanta las faldas, se acoge presurosa a la vecina
casa de los ingleses, donde encuentra seguro abrigo y benévola acogida.
La primera parte del romance dirige nuestra atención hacia Preciosa, que
avanza solitaria en la profundidad de la noche, totalmente embebida en el
ritmo de su pandereta. La atmósfera mítica se revela en una serie de metá-
foras. La pandereta de Preciosa es una ‘luna de pergamino’ y el sendero por
donde transita participa de la mágica esencia de los cristales (agua) y los
laureles que se hallan a ambos lados del camino (anfibio sendero). El silencio,
por su parte, huye del sonsonete de la pandereta, pero cae en otro
mundo de misteriosos sonidos: “donde el mar bate y canta / su noche llena
de peces”. La hora nocturna es tranquila y sosegada y está de acuerdo con
la despreocupación espontánea de la gitana. En la segunda parte hay un
cambio radical. Un viento repentino comienza a soplar en medio de relámpagos
(lenguas celestes) y levanta las faldas de Preciosa. Pero el agresivo
acometedor es ya mítica figura. La causa del violento cambio atmosférico es
la gitana misma, quien con su presencia ha despertado los ímpetus lúbricos
del viento-hombrón. La tensión metafórica se desencadena en series antropomórficas
que revelan el empeño de posesión de la muchacha. El agresivo
enamorado, en diálogo breve, pide a Preciosa la entrega de su cuerpo:
[...] Su luna de pergamino MONTSERRAT RODA TEIXIDÓ
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227
Preciosa tocando viene.
Al verla se ha levantado
el viento que nunca duerme.
San Cristobalón desnudo,
lleno de lenguas celestes,
mira a la niña tocando
una dulce gaita ausente.
Niña, deja que levante
tu vestido para verte.
Abre en mis dedos antiguos
la rosa azul de tu vientre. [...]
En la tercera parte del romance se inicia la persecución en carrera
desatada. Preciosa, llena de susto al verse asediada por galán tan peligroso,
emprende una fuga apresurada y el viento, convertido en sátiro lujurioso,
corre tras ella en su alcance:
[...] Preciosa tira el pandero
y corre sin detenerse.
El viento-hombrón la persigue
con una espada caliente. [...]
[...] ¡Preciosa, corre, Preciosa,
que te coge el viento verde!
¡Preciosa, corre, Preciosa!
¡Míralo por dónde viene!
Sátiro de estrellas bajas
con sus lenguas relucientes. [...]
Las metáforas a base de la luz cósmica del relámpago con su insistencia
en lo luminosos y lo caliente, acentúan el perfil masculino y agresivo
de la figura mítica: lenguas celestes, espada caliente, sátiro de estrellas
bajas con sus lenguas relucientes. El amante cósmico tan antiguo como el
tiempo (dedos antiguos) completa su figura desmesurada con sus denominaciones
de sufijo aumentativo: San Cristobalón, viento-hombrón. Preciosa
gana en la carrera y logra guarecerse en la casa de los ingleses. Pero mientras
ella relata su aventura, el amante despechado y violento se deja sentir
sobre el tejado:
[...] Y mientras cuenta, llorando,
su aventura a aquella gente,
en las tejas de pizarra .
Autoras: Genesis González
Maria Laura Alcalá
Fuente: http://www.unedcervera.com/palestra19/06.pdf
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