El imaginario de la poesía de Federico García Lorca
Dice Rodolfo
M. Ragucci sobre la poesía de García Lorca: "este eximio y singular poeta se caracteriza por la constante evolución desde lo popular hasta los lindes de la poesía pura. En su producción, es dado observar una extraña variedad de tonos que se suceden o
entremezclan: popular, infantil, sencillo, alambicado, subjetivo, realista,
misterioso, andaluz, gitano, pintoresco, dramático, tradicional, clásico,
modernista, metafórico, parnasiano, ultraísta, ligero, profundo y oscuro; pero
es siempre pintor y músico"
Con base
en este comentario podemos analizar la obra de Lorca tomando en cuenta dos
obras que marcan la cúspide de su quehacer poético desde dos perspectivas
diferentes: Con Romancero Gitano (1928)
el imaginario fluctúa entre lo gitano, lo popular, lo andaluz, lo pintoresco y
el campo; por otro lado, el póstumo poemario Poeta en Nueva York (1940), nos marca ya, desde el propio título,
un cambio en imaginario abordado por Lorca; ahora los poemas hablan de los
negros de Harlem, de la ciudad, de lo vanguardista, lo surrealista, lo
decadente.
Romancero Gitano
García
Lorca dice que este libro es “El poema de Andalucía; y lo llamo gitano, porque
gitano es lo más elevado, lo más profundo, más aristocrático de mi país, lo más
representativo de su modo y el que guarda el ascua, la sangre y el alfabeto de
la verdad andaluza y universal” Podemos decir, entonces, que al crear el
imaginario de Romancero, el poeta lo hacía con la intención de retratar al
gitano, al andaluz y a la región de Andalucía
Romance de la luna luna (Fragmento):
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.
Poeta en Nueva York
“Los dos
elementos que el viajero capta en la gran ciudad son: arquitectura extrahumana
y ritmo furioso. Geometría y angustia. En una primera ojeada el ritmo puede
parecer alegre, pero cuando se observa el mecanismo de la vida social y la
esclavitud dolorosa del hombre y máquinas juntos, se comprende aquella típica angustia
vacía que hacer perdonable, por evasión, hasta el crimen y el bandidaje”
La ciudad:
Si en Romancero
gitano el imaginario y los temas están supeditados por los valles y la
naturaleza de Andalucía, en Poeta en Nueva York, es esta misma ciudad y sus
adyacencias, con sus callejones y su inmundicias, la que determinan el humor de
los poemas. Así lo explica el poeta cuando habla sobre el poema “Vuelta de
paseo”: “Pero hay que salir a la ciudad y hay que vencerla, se puede uno
entregar a las reacciones líricas sin haberse rozado con las personas de las
avenidas y con la baraja de hombres de todo el mundo” (p.141). Es bien sabido que a Federico le impresionó
enormemente esta ciudad, al ver la industrialización, el salvaje capitalismo,
la deshumanización de sus habitantes y el trato tan deplorable hacia los
afroamericanos. “Yo, solo y errante, agotado por el ritmo de los inmensos
letreros luminosos de Times Square, huía en este pequeño poema de inmenso
ejercito de ventanas donde ni una sola persona tiene tiepo de mirar una nube o
dialogar con una de esas delicadas brisas que tercamente envía el mar sin tener
jamás una respuesta” p.141. “Lo impresionante por frío y por cruel es Wall
Street” (p. 144) Federico se da cuenta de que no hay otro logar en la tierra
donde el alma del hombre se halla perdido de tal manera
Los negros
Así como
los gitanos son personajes frecuentes y centrales del Romancero gitano, aquí
los negros son muchas veces los protagonistas de los poemas (CITA): Es
indudable que ellos [los negros] ejercen una enorme influencia en Norteamérica
y, pese a quien, son lo más espiritual y lo más delicado de aquel mundo. Porque
creen, porque esperan, porque cantan y porque tienen una exquisita pereza
religiosa que los salva de todos sus peligrosos afanes actuales.” p. 142 García Lorca tenía la misma ansias de plasmar
el dolor y la vida cotidiana de unos individuos que se encuentran en las
periferias de la sociedad dominante. Pero los negros, a diferencia de lo
gitanos, sufren un dolor, si se quiere, menos místico, puesto que las causas de
sus penas son muchas y están claramente ejecutadas por los blancos. Los negros
viven en las periferias de la ciudad porque así se lo han impuesto “las
gentes ricas”. Y, a pesar de que la esclavitud fue abolida según los blancos,
para los negros esto no parece muy cierto, porque ellos viven en un mundo
contrario donde se les siguen negando todas las facilidades y donde llevan la
palabra “recelo” marcada en sus frentes. Esta intención de Lorca por retratar
aquella “raza de Harlem” se aprecia en los poemas “Norma y paraíso de los
negros” y “Oda al rey de Harlem”
Fuentes:
García, Federico. (2006). Obras completas. III. Barcelona: Instituto Cervantes.
García, Federico. (2004). Poesía completa. III. Barcelona: De bolsillo.
González, María. (s.f). Lorca en lunfardo. Extraído de : http://www.monografias.com/trabajos13/lorca/lorca.shtml
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