¿Lo entienden, verdad? El grafiti es un asunto de
vida o muerte, una actividad llamada para los elegidos, para los héroes.
No cualquier tipo de héroe, sino héroes contraculturales. Verdaderos mitos que
luchan por cambiar el sistema desde la marginalidad. “La marca de la
legitimidad, repetía, jode a cualquier artista bueno. Ellos te hacen
suyo para siempre, como vender el alma al diablo o vender tu culo en
un parque. Y no se puede estar con un pie dentro y otro fuera. Ilegal, era su
palabra favorita”. Por si hay alguna duda, las comillas son de don Arturo, un
escritor del mainstream acudiendo a la
ilegalidad contracultural como bandera, con recursos del mainstream,
para satisfacer al mainstream.
Así que tenemos al autor
español con más éxito en las librerías escribiendo en contra de los creadores
que se venden al sistema en cuerpo y alma. Sólo alguien como él, o alguno
de sus plagiadores, puede alabar la integridad de los artistas que no se dan al
mercado y quedarse tan ancho. Lo que importa es el efecto y su
conversión en movimiento literario: el efectismo, que ayuda tanto a
los cohetes publicitarios como al fuselaje narrativo. En este caso, antes de
que se publicara la novela, ya sabíamos que el académico y reportero de guerra
se había “infiltrado” en las filas de los grafiteros de la
ciudad, para documentarse y vivir el subidón de la adrenalina del spray (o
espray). Un buen motivo para una buena campaña.
Que sus escarceos haciendo la calle con los
adolescentes encapuchados se reflejen en la novela ya son palabras
mayores. La falta de una trama consistente, de ritmo, de corazón y
de escenas trepidantes a las que acostumbra con trabucos y
doblones de por medio, se sustituyen con reflexiones, muy
acertadas, sobre la idea de la libertad artística.
Así que tenemos al autor español con más éxito en
las librerías escribiendo en contra de los creadores que se venden
al sistema en cuerpo y alma, que cambian su libertad y reconocimiento
por beneficio y mercado, que hacen de su firma una marca y de su talento una
inversión. No sería lo más acertado creer que Arturo Pérez-Reverte se
reivindica en El francotirador paciente como un escritor
independiente, en contra de la sumisión al mercado que todo
superventas debe aceptar para mantener sus beneficios, alguien
que se revuelve contra la cultura de su tiempo porque es “sólo moda social”,
“una enorme mentira, una ficción para privilegiados millonarios y para
estúpidos”...
Ha bajado a la calle y se ha
reivindicado contra el mercado y la Academia. A fin de cuentas, eso es él en la
RAE, la cuota contracultural y folklóricaNi siquiera hay que ver en la
cubierta del libro el desacato a la máxima autoridad, sus cientos de miles de
compradores, que ahora tendrán entre las manos a un exótico grafitero
encapuchado a la fuga. No todo va a ser Grace Kelly en
el Hotel Carlton de Cannes (El tango de la guardia). Porque la
enseñanza de este libro es que la tragedia dignifica y justifica al arte. Todo
lo demás, “es un comercio y una falsedad absoluta”.
Fernando J .Toro
Fuente:
Riaño, P.. (2013). El académico que hace la calle. Julio 14, 2017, de El
Confidencial Sitio web:
http://blogs.elconfidencial.com/cultura/animales-de-compania/2013-12-08/el-academico-que-hace-la-calle_63058/
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