viernes, 14 de julio de 2017

Intrahistoria y estructura narrativa de "Últimas tardes con Teresa"



En Últimas tardes con Teresa, Marsé estructura todo su perspectivismo irónico  en dos mundos antagónicos de la Barcelona de los años cincuenta: la alta sociedad de la exclusiva zona de San Gervasio representada por Teresa Serrat, y el barrio del Carmelo, suburbio habitado por delincuentes del que procede Pijoaparte, un charnego murciano, de buen porte y con un cierto atractivo entre tierno y chulesco que no deja indiferente a la rubia Teresa. Para su madre, la señora Serrat: “El Monte Carmelo era algo así como el Congo, un país remoto e infrahumano, con sus leyes propias, distintas. Otro mundo”.


A lo largo del relato, el novelista catalán va evocando algunas de las imágenes  más consistentes de la novela urbana de nuestro tiempo. Olores y sensaciones,  atrapados en el discurso narrativo del autor, huyen apresuradamente de las líneas del texto para instalarse en la mirada del lector al que hacen partícipe de ese recuerdo en el contraluz de una Barcelona que yace en el pasado. Una aventura, hoy teñida de añoranza, que nos invita al comienzo de la obra junto a Pijoaparte a recorrer los cuidados vergeles de las torres de San Gervasio, particularmente en la mansión donde el murciano se movía con sigilo entre recortados setos buscando a Teresa durante la noche de San Juan:

“El jardín exhalaba aromas untuosos, húmedos y ligeramente pútridos mientras él caminaba hacia el bufet: se abría paso entre hombros dorados, vaharadas dulzonas de jóvenes cuerpos sudorosos y nucas bronceadas, axilas al descubierto y pechos agitados. Le oprimían, mientras preparaba las bebidas. Jamás había notado tan próximo el efluvio de unos brazos tersos y fragantes, el confiado chispero de unos ojos azul celeste”. (2000, Marsé p. 9)

La novela urbana mediante la escenificación de tantas y tan variadas historias ha terminado por reinventar la ciudad, mostrando no solo el pasado y el presente de la misma, sino también el lado más complaciente y el más oscuro de la mano de actores y espectadores que han compartido el mismo teatro, el de la calle y la plaza pública. De esta forma, el espacio físico de la Barcelona de Marsé es ante todo un espacio mental donde deambulan unos actores extraviados y rotos que van hilvanando, como en otras ciudades literarias, un continuo diálogo entre la ciudad real y la ficticia. 



Como muy bien advierte Ana Rodríguez Fischer, el autor de Rabos de lagartija se adueñó de una ciudad, de unas gentes, de su memoria, de su lenguaje y de su intrahistoria en un tiempo de infamia y sacristía, y que ha ido explorando con piedad, humor, ironía y sobre todo con sarcasmo, como hemos indicado anteriormente en este lenguaje renovado de la novela social. De ahí que esa ironía, mezcla de rabia y ternura a la vez, se extiende sobre la cartografía de la capital catalana para que Marsé dibujara una especie de caricatura de algunos de los modelos sociales más representativos de la época: la burguesía barcelonesa y los charnegos.


Fernando J. Toro 
Fuentes:
Marsé, J. (2000) Últimas tardes con Teresa. Argentina: Tauro.
http://www.google.co.ve/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&ved=0ahUKEwjO07ag6onVAhVM6CYKHaKrBbcQFgghMAA&url=http%3A%2F%2Fsmaris.edu.ec%2Fwp-content%2Fuploads%2F2017%2F03%2FMarse-Juan-Ultimas-Tardes-Con-Teresa-3ro-BI.pdf&usg=AFQjCNErOC5teJneFFZYDExNLt1bjmwsqw

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