viernes, 14 de julio de 2017

Sobre la poética contracultural de Artuto Pérez-Reverte en "El francotirador paciente"



¿Lo entienden, verdad? El grafiti es un asunto de vida o muerte, una actividad llamada para los elegidos, para los héroes. No cualquier tipo de héroe, sino héroes contraculturales. Verdaderos mitos que luchan por cambiar el sistema desde la marginalidad. “La marca de la legitimidad, repetía, jode a cualquier artista bueno. Ellos te hacen suyo para siempre, como vender el alma al diablo o vender tu culo en un parque. Y no se puede estar con un pie dentro y otro fuera. Ilegal, era su palabra favorita”. Por si hay alguna duda, las comillas son de don Arturo, un escritor del mainstream acudiendo a la ilegalidad contracultural como bandera, con recursos del mainstream, para satisfacer al mainstream.

Así que tenemos al autor español con más éxito en las librerías escribiendo en contra de los creadores que se venden al sistema en cuerpo y alma. Sólo alguien como él, o alguno de sus plagiadores, puede alabar la integridad de los artistas que no se dan al mercado y quedarse tan ancho. Lo que importa es el efecto y su conversión en movimiento literario: el efectismo, que ayuda tanto a los cohetes publicitarios como al fuselaje narrativo. En este caso, antes de que se publicara la novela, ya sabíamos que el académico y reportero de guerra se había “infiltrado” en las filas de los grafiteros de la ciudad, para documentarse y vivir el subidón de la adrenalina del spray (o espray). Un buen motivo para una buena campaña.



Que sus escarceos haciendo la calle con los adolescentes encapuchados se reflejen en la novela ya son palabras mayores. La falta de una trama consistente, de ritmo, de corazón y de escenas trepidantes a las que acostumbra con trabucos y doblones de por medio, se sustituyen con reflexiones, muy acertadas, sobre la idea de la libertad artística.

Así que tenemos al autor español con más éxito en las librerías escribiendo en contra de los creadores que se venden al sistema en cuerpo y alma, que cambian su libertad y reconocimiento por beneficio y mercado, que hacen de su firma una marca y de su talento una inversión. No sería lo más acertado creer que Arturo Pérez-Reverte se reivindica en El francotirador paciente como un escritor independiente, en contra de la sumisión al mercado que todo superventas debe aceptar para mantener sus beneficios, alguien que se revuelve contra la cultura de su tiempo porque es “sólo moda social”, “una enorme mentira, una ficción para privilegiados millonarios y para estúpidos”...

Ha bajado a la calle y se ha reivindicado contra el mercado y la Academia. A fin de cuentas, eso es él en la RAE, la cuota contracultural y folklóricaNi siquiera hay que ver en la cubierta del libro el desacato a la máxima autoridad, sus cientos de miles de compradores, que ahora tendrán entre las manos a un exótico grafitero encapuchado a la fuga. No todo va a ser Grace Kelly en el Hotel Carlton de Cannes (El tango de la guardia). Porque la enseñanza de este libro es que la tragedia dignifica y justifica al arte. Todo lo demás, “es un comercio y una falsedad absoluta”.

Fernando J .Toro

Fuente:

Riaño, P.. (2013). El académico que hace la calle. Julio 14, 2017, de El Confidencial Sitio web: http://blogs.elconfidencial.com/cultura/animales-de-compania/2013-12-08/el-academico-que-hace-la-calle_63058/

Intrahistoria y estructura narrativa de "Últimas tardes con Teresa"



En Últimas tardes con Teresa, Marsé estructura todo su perspectivismo irónico  en dos mundos antagónicos de la Barcelona de los años cincuenta: la alta sociedad de la exclusiva zona de San Gervasio representada por Teresa Serrat, y el barrio del Carmelo, suburbio habitado por delincuentes del que procede Pijoaparte, un charnego murciano, de buen porte y con un cierto atractivo entre tierno y chulesco que no deja indiferente a la rubia Teresa. Para su madre, la señora Serrat: “El Monte Carmelo era algo así como el Congo, un país remoto e infrahumano, con sus leyes propias, distintas. Otro mundo”.


A lo largo del relato, el novelista catalán va evocando algunas de las imágenes  más consistentes de la novela urbana de nuestro tiempo. Olores y sensaciones,  atrapados en el discurso narrativo del autor, huyen apresuradamente de las líneas del texto para instalarse en la mirada del lector al que hacen partícipe de ese recuerdo en el contraluz de una Barcelona que yace en el pasado. Una aventura, hoy teñida de añoranza, que nos invita al comienzo de la obra junto a Pijoaparte a recorrer los cuidados vergeles de las torres de San Gervasio, particularmente en la mansión donde el murciano se movía con sigilo entre recortados setos buscando a Teresa durante la noche de San Juan:

“El jardín exhalaba aromas untuosos, húmedos y ligeramente pútridos mientras él caminaba hacia el bufet: se abría paso entre hombros dorados, vaharadas dulzonas de jóvenes cuerpos sudorosos y nucas bronceadas, axilas al descubierto y pechos agitados. Le oprimían, mientras preparaba las bebidas. Jamás había notado tan próximo el efluvio de unos brazos tersos y fragantes, el confiado chispero de unos ojos azul celeste”. (2000, Marsé p. 9)

La novela urbana mediante la escenificación de tantas y tan variadas historias ha terminado por reinventar la ciudad, mostrando no solo el pasado y el presente de la misma, sino también el lado más complaciente y el más oscuro de la mano de actores y espectadores que han compartido el mismo teatro, el de la calle y la plaza pública. De esta forma, el espacio físico de la Barcelona de Marsé es ante todo un espacio mental donde deambulan unos actores extraviados y rotos que van hilvanando, como en otras ciudades literarias, un continuo diálogo entre la ciudad real y la ficticia. 



Como muy bien advierte Ana Rodríguez Fischer, el autor de Rabos de lagartija se adueñó de una ciudad, de unas gentes, de su memoria, de su lenguaje y de su intrahistoria en un tiempo de infamia y sacristía, y que ha ido explorando con piedad, humor, ironía y sobre todo con sarcasmo, como hemos indicado anteriormente en este lenguaje renovado de la novela social. De ahí que esa ironía, mezcla de rabia y ternura a la vez, se extiende sobre la cartografía de la capital catalana para que Marsé dibujara una especie de caricatura de algunos de los modelos sociales más representativos de la época: la burguesía barcelonesa y los charnegos.


Fernando J. Toro 
Fuentes:
Marsé, J. (2000) Últimas tardes con Teresa. Argentina: Tauro.
http://www.google.co.ve/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&ved=0ahUKEwjO07ag6onVAhVM6CYKHaKrBbcQFgghMAA&url=http%3A%2F%2Fsmaris.edu.ec%2Fwp-content%2Fuploads%2F2017%2F03%2FMarse-Juan-Ultimas-Tardes-Con-Teresa-3ro-BI.pdf&usg=AFQjCNErOC5teJneFFZYDExNLt1bjmwsqw

La intrahistoria en "El jinete polaco"



La presente obra de Antonio Muñoz Molina pertenece a un grupo de novelas de las dos últimas décadas del siglo XX interesadas por la Historia, en especial en el episodio de la Guerra Civil. Los autores de este grupo de obras siguen a menudo los pensamientos de Hayden White y de los historiadores posmodernistas que equiparan los recursos de los historiógrafos a los de los escritores de ficción. De este modo se repasan la Guerra Civil y la posguerra haciendo hincapié en la tensión entre los hechos históricos y el mundo de la intrahistoria, que narran los personajes dentro de lo que son sus vivencias personales, para explicar los acontecimientos históricos. Según Ibáñez en la presente obra, lo que el bando vencedor vino a denominar “cruzada” de 1936 resulta necesario para la trama, pero la lucha ideológica de las novelas anteriores ha desaparecido. La Guerra Civil se ha acabado convirtiendo en un mito que ha dejado de funcionar en la nueva narrativa. No son los acontecimientos los que interesan, sino el conflicto en sí.


En literatura tenemos la posibilidad de conocer las pasiones que mueven a los personajes, cosa que en la historiografía solo se puede, si acaso, conjeturar. La historiografía, al considerarse una ciencia, no puede describir procesos interiores de sus personajes, pues carece de esta información. Sin embargo, en el ámbito de la literatura existe la posibilidad de comprender a los seres humanos gracias a la imaginación. De este modo, el héroe de los republicanos de Mágina y padre de Nadia, que pretendió anular el alzamiento matando al teniente Mestalla de un tiro en el pecho, militar orgulloso hacia el exterior, era en el fondo de su alma un hombre desesperado, desgraciado en sus relaciones amorosas y que no descubre su capacidad de amar hasta tener a su hija. Este aspecto trágico del personaje no lo conocerá nunca la historiografía.



En realidad, esta novela es en cierta medida una autobiografía donde el tema no es la Guerra Civil sino las vidas y los conflictos de los personajes, héroes creados artificialmente, pero condicionados por sus tragedias. No vemos el frente ni soldados luchando. Tampoco hay documentos sobre la guerra, pues el archivo ha sido trasladado a Madrid. Las referencias son orales y lo curioso es que no hay un bando preferido sobre otro. Según Ibáñez Ehrlich, la novela capta la guerra de forma mítica y ésta tiene una determinada función en la novela: es el contexto en el que se desarrollan las vidas de los personajes. Los hechos históricos se cuentan desde un mundo de voces de personajes ya muertos, pero que nos introducen en la vida de cuatro generaciones de españoles narrando lo que se denomina su microhistoria. La novela tiene el aspecto de memoria fabulada en la que los recuerdos y las experiencias del autor tienen un papel fundamental.

La autobiografía ficticia es el género en el que se mueve esta novela y es el que mejor se ajusta a la intención del autor pues la técnica es más adecuada a la naturaleza no linear de los recuerdos. De este modo, la novela también avanza a saltos mediante analepsis y prolepsis en una progresión semejante a la de los recuerdos. Esto, junto al el uso de un lenguaje ambiguo, requiere que el lector implícito se vuelva mucho más activo ya que debe seguir y descifrar las pautas del autor implícito que está jugando con la realidad en la obra de ficción.

Fernando J. Toro 
Fuente:(pp.181-182)  http://www.google.co.ve/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=2&cad=rja&uact=8&ved=0ahUKEwj0q5yj5YnVAhUK6CYKHWphDGEQFggpMAE&url=http%3A%2F%2Frevistas.ucm.es%2Findex.php%2FDICE%2Farticle%2FviewFile%2F43636%2F41252&usg=AFQjCNHrusU6z72VJEMjmFWy7p_zOYF8-g

"Últimas tardes con Teresa". La importancia de la ciudad.




La ciudad se torna como el espacio que define la condición y la personalidad de los personajes, por ende lo urbano es uno de los aspectos centrales de la novela. Diaz y Quintana se encargan de realizar un exhaustivo estudio con sesgo sociológico sobre este tópico presente en la mgnum opus del escritor catalan.

   "La aglomeración creciente de la población y las actividades económicas en las áreas urbanas han convertido éstas en complejos geográficos de producción/consumo/intercambio/ocio altamente sofisticados, es decir, con elevada división social y técnica del trabajo y del espacio. Evidentemente, la aparición y organización de esas nuevas unidades urbanas -llamémoslas áreas o regiones metropolitanas, conurbaciones, aglomeraciones" Díaz Quintana. 


Fuente: http://www.academia.edu/16935129/Juan_Mars%C3%A9_Ciudad_y_Novela_%C3%9Altimas_tardes_con_Teresa_organizaci%C3%B3n_del_espacio_y_producci%C3%B3n_de_imagen_

Grupo:

Sergio Pineda
Eslany Indriago
Milimar Lopez

La intrahistoria en "Anillos para una dama" y "Las bicicletas son para el verano"

En cuanto a la reconstrucción del pasado histórico, Gala es uno de los escritores que elabora reiteradamente el motivo de la desmitificación de la historia para romper los mitos que se han creado al narrar la historia oficial para perpetuar el poder.
Por ejemplo, textos como "Anillos para una dama" o "Cristóbal Colón" se centran en la desmitificación de la historia oficial. De acuerdo a Gala, esta historia ha sido mal narrada porque presenta la perspectiva del vencedor, es decir, del poder hegemónico con el fin de cosificar a la sociedad en lugar de ser una narración de la realidad en sus diferentes facetas (Henríquez-Sanguineti 1993).

 
En otros textos, el uso de la historia tiene la finalidad de recuperar la memoria histórica, como por ejemplo en el texto de Fernando Fernán-Gómez, "Las bicicletas son para el verano" (1986) y en el texto de José Sanchis Sinisterra, "¡Ay, Carmela!" (1986) Ambos textos recrean situaciones de la guerra civil para deconstruir o desmitificar el mito que se le había adjudicado a la guerra civil durante el período franquista, al llevar a los personajes a vivir situaciones inhumanas. De esta forma, se intenta recuperar la memoria borrada o manipulada por el franquismo.
En efecto, el historiador Edward Carr afirma que “la historia consiste esencialmente en ver el pasado por los ojos del presente y a la luz de los problemas de ahora” y que “sólo podemos captar el pasado y lograr comprenderlo a través del cristal del presente” (Carr 1961:28-33).
En conclusión, el discurso teatral también registró las transformaciones socio-políticas y culturales durante el período de la transición, de la dictadura franquista a la democracia. Una de las formas, que los dramaturgos favorecieron para registrarlas, fue mediante la deconstrucción de los mitos, la crítica de las instituciones que apoyaron al régimen franquista y a los modelos culturales que lo hicieron posible.

Fernando J. Toro 
Fuente:http://www.google.co.ve/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=6&cad=rja&uact=8&ved=0ahUKEwixnZCU3InVAhVLMSYKHQsLBYMQFghDMAU&url=http%3A%2F%2Fcvc.cervantes.es%2Fliteratura%2Faih%2Fpdf%2F16%2Faih_16_2_172.pdf&usg=AFQjCNHMXA7QK6gIpk5agfwQyv0UMWYc0w